ESTILO DE VIDA
- De acuerdo con reportes de la prensa local, el resto de los jugadores lo mira entre la incredulidad y la admiración.
- En los vestidores se habla de lo que levanta en el gimnasio, de la disciplina con la que asiste a las prácticas y del espíritu que contagia.

19/SEPT/2025.- El futbol americano universitario se anuncia como un juego de jóvenes, pero cada cierto tiempo aparece un hombre dispuesto a desafiar el calendario. Esta temporada el protagonista es Thomas Cillo, un liniero defensivo de 58 años en Lycoming College. Nunca antes pisó un campus como estudiante, mucho menos como atleta, hasta que un día decidió que aún tenía capítulos que escribir.
Cillo, originario de Williamsport, El pueblo de Pensivalnia reconocido por la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, no es un improvisado del esfuerzo físico. Ha corrido medias maratones, competido en levantamiento de pesas y hasta arrastrado un camión de bomberos en entrenamientos. Ese currículum de fuerza convenció al entrenador Mike Clark de darle un sitio en el equipo, aunque la planilla oficial lo muestre como un novato.
Cillo no busca regalos ni jugadas gratis en el campo, quiere competir y ganarse cada aplauso. Cillo aparece en la planilla como liniero defensivo: 1.83 metros y 102 kilos. No ha debutado todavía, pero su sola presencia cambia el pulso del vestidor. Sus metas no giran alrededor de estadísticas individuales, sino vivir una temporada completa de futbol americano universitario.

Su historia recuerda inevitablemente a la de Mike Flynt, quien en 2007, a los 59 años, se convirtió en otro de los jugadores de mayor edad en el futbol americano universitario con Sul Ross State University. Flynt tenía una deuda pendiente con el pasado: había sido expulsado del equipo en 1971 y nunca jugó su año senior. Décadas después regresó al vestidor para cerrar el círculo.
En Texas lo recibieron muchachos cuatro décadas menores. Él no pidió trato especial. Lo que siguió fue un curso acelerado de tacleadas y resistencia. Flynt terminó la temporada como linebacker y se convirtió en referente de que la edad no siempre dicta el destino. Hoy su historia vive en la pantalla grande con The Senior, película que rescata el mensaje de redención.
Ni Cillo ni Flynt son casos aislados. La NCAA no pone un límite de edad para competir, lo que ha permitido ver escenas insólitas como la de Alan Moore, un abuelo de cinco nietos, conectando un punto extra a los 61 años con Faulkner University. La cancha universitaria es, en ese sentido, uno de los pocos espacios donde la biología se topa con excepciones y los calendarios se doblan.
En un deporte que devora rodillas, hombros y sueños a los 22 años, ver a hombres de 50 ó 60 vestir el uniforme no sólo genera simpatía viral, también funciona como un recordatorio de que la edad es un número.– Fuente: Agencias





